viernes, 15 de febrero de 2008

Texto recomendado por Trilnick para "Paisajes Políticos" 2



Arte Digital / Arte Contemporáneo
Lev Manovich

En los ochenta y principios de los noventa, cuando poca gente fuera del campo de las artes digitales usaba ordenadores, era necesaria la existencia del campo independiente del “arte digital”. Proporcionaba un contexto y red auxiliar a los profesionales del campo. En los últimos años, sin embargo, la situación ha cambiado radicalmente: prácticamente todo el mundo en el ámbito cultural usa ahora los medios digitales, las redes informáticas y otros soportes por el estilo. ¿Entonces qué es exactamente lo que vemos hoy en día en las exposiciones de “arte del software”, “arte digital”, “arte de los nuevos medios”, “ciberarte”, etc.?
Por ejemplo, ¿se podría considerar el “arte digital” una rama del arte contemporáneo? Desde finales de los sesenta, el arte moderno se ha convertido fundamentalmente en una actividad conceptual. Es decir, más allá del conceptualismo propiamente dicho, el arte no se centra en los soportes o técnicas sino en los conceptos. La forma en la que estos conceptos se llevan a cabo es secundaria, o simplemente irrelevante. Cuando un artista pide a los visitantes de una galería que rellenen un cuestionario y luego recopila las estadísticas de las exposiciones (Hans Haacke), acepta un trabajo como camarera en un hotel y documenta las habitaciones del hotel (Sophie Calle), cocina una comida para los visitantes de una galería (Rirkrit Tiravaniija), presenta una cinta de vídeo encontrada y rodada por las tropas rusas en Chechenia (Sergei Bugaev, a.k.a. Africa), las preguntas tradicionales de los medios, habilidades y técnicas artísticas se vuelven en gran parte poco importantes. Como ha expuesto el famoso artista ruso Africa: “el papel del arte moderno no es destapar un secreto sino robarlo.” Expuesto de diferente forma, cada vez más artistas actúan como una especie de periodistas, investigando y presentando diferentes evidencias a través de diferentes medios que incluyen texto, fotogramas, vídeo, etc. Lo que importa es la idea inicial, una estrategia, un procedimiento, más que los detalles de cómo se presentan las conclusiones o la documentación.
Desde luego no todos los artistas actúan como periodistas – simplemente tomo esto como el ejemplo más claro del nuevo papel de un artista, en contraste con los viejos roles del artista como artesano, como creador de símbolos, alegorías, y “representaciones,” etc. En resumen, un artista contemporáneo típico que se educó en las últimas dos décadas ya no pinta cuadros o hace fotografías, o vídeo – en su lugar, realiza “proyectos.” Este término recalca debidamente que la práctica artística se ha convertido en organizar agentes y fuerzas alrededor de un procedimiento, meta o idea particular. Ya no se trata de una sola persona que hace objetos únicos en un medio concreto.
(Por supuesto el arte contemporáneo se caracteriza también por una paradoja fundamental – lo que los coleccionistas coleccionan son precisamente objetos pasados de moda más que “proyectos.” De hecho, los artistas que venden sus trabajos a precios más altos en el mercado del arte contemporáneo normalmente producen estos objetos. Esta paradoja se resuelve en parte si se considera el hecho de que estos artistas siempre contratan ayudantes, técnicos, etc. – es decir, como todos los demás ellos realizan “proyectos” – sólo la naturaleza colectiva de la producción en este caso se disimila en favor de los “nombres de marca” de artistas individuales.)


Al fin y al cabo, si los artistas de los nuevos medios quieren que sus esfuerzos tengan un impacto significativo en la evolución cultural, tiene que generar no sólo imágenes o sonidos verdaderamente brillantes sino, lo que es más importante, discursos sólidos. Es decir, necesitan situar sus trabajos con relación a las ideas que no sólo traten de las técnicas para hacer estos trabajos. La razón por la que continuamos hablando de los trabajos de Duchamp o de las primeras esculturas televisivas de Paik como si estos trabajos hubiesen sido creados en la actualidad no tiene nada que ver con las habilidades artísticas y tecnológicas de estos artistas – tiene que ver con sus conceptos, es decir, con las afirmaciones discursivas que estos artistas realizaban a través de sus objetos. En resumen, si el arte moderno y contemporáneo es un discurso particular (o un juego) donde las afirmaciones (o pasos) se hacen a través de una clase específica de objetos materiales identificados como “obras de arte,” los artistas digitales necesitan tratar sus trabajos como tales afirmaciones si van a entrar en la amplia conversación cultural. Esto quiere decir referirse a las afirmaciones históricas y que actualmente circulan en los campos del arte contemporáneo y/o la cultura contemporánea en general.
Si las geniales imágenes por ordenador no se apoyan igualmente en ideas culturales geniales, su lapso de vida es muy limitado. Tanto si están destinadas para ser simplemente olvidadas, como sucedió con gran parte del arte de los medios – simplemente porque el software y el hardware que requerían para su ejecución ya no existían. Si no – y es difícil decir cual es la peor suerte – acabarían como botones o plug-ins del software multimedia y gráfico dominante. Este es el peligro siempre presente de cualquiera que trabaje en la vanguardia de la tecnología – si los resultados no se vuelven parte de otras conversaciones culturales, forzosamente permanecen dentro del campo de la misma tecnología: tanto siendo simplemente borradas por las nuevas generaciones de software y hardware, o incorporadas como bloques constituyentes elementales.
Al decir todo esto no quiero insinuar que el arte contemporáneo es de alguna forma “mejor” que el arte digital. Cada cultura tiene la necesidad de diferentes discursos, diferentes afirmaciones y diferentes prácticas; históricamente se distribuyen de modo distinto entre los diferentes campos culturales. Actualmente, por ejemplo, encontrarás que el desarrollo de nuevos estilos se hace en su mayoría dentro del diseño; la tradición de retrato (la representación de un ser humano en particular) se continúa fundamentalmente en la fotografía comercial; la literatura y el cine han adoptado el papel de representar la existencia humana a través de narrativas, que en la época clásica era la función del teatro, y así sucesivamente. Algunos campos dentro de la informática, el ala orientado hacia la investigación de los diseñadores y el arte digital juegan su propio papel, único y extremadamente importante: la concepción de nuevos métodos y técnicas figurativas y comunicativas. En cuanto al arte contemporáneo, no tiene en realidad un papel bien definido dentro de esta división cultural del trabajo. Más bien, es un campo donde uno puede hacer afirmaciones que no son posibles de hacer en ningún otro campo, ya sea ciencia, medios de comunicación, etc. Estas afirmaciones son únicas en cuanto a su tema, en la forma en que se llegan a éstas, y la forma en que se presentan. No todos los artistas contemporáneos se aprovechan totalmente de esta situación única, pero los mejores lo hacen.
Mientras los campos del arte contemporáneo y del arte digital juegan muy diferentes papeles y ambos son culturalmente importantes por distintas razones, ambos también están limitados de un modo complementario. El arte contemporáneo es demasiado histórico: una afirmación típica en este campo tanto por parte del artista como por parte del crítico se refiere inevitablemente a otra afirmación o afirmaciones hechas durante las últimas décadas en este campo. El arte digital tiene la enfermedad contraria: no tiene memoria de su propia historia, así se puede beneficiar de recordar su pasado más sistemáticamente. Si los dos campos pueden aprender el uno del otro, los resultados pueden ser muy emocionantes.




Texto originalmente publicado en el catálogo de ArtFutura 2003.

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